La incorporación de las mujeres españolas al mercado laboral se llevó a cabo tarde y de manera apresurada, a partir, sobre todo, de los años setenta. Esta situación ha dado lugar a lo que fue denominado la eterna jornada (Mª Angeles Durán, 1986), al incorporarse la mujer al mercado laboral sin desprenderse de las cargas familiares que le habían sido atribuídas histórica y socialmente.
Esta situación, a la que se unen el embarazo y la maternidad, se convierte en un pesado lastre para el desarrollo profesional de un importante porcentaje de mujeres en España, debido a los obstáculos para conciliar la vida familiar y laboral.
En este sentido, sólo las iniciativas desde los ámbitos privado y público podrían facilitar una más autónoma e igualitaria distribución de los tiempos, que contribuyese a acabar con las desigualdades laborales y sociales entre hombres y mujeres.
¿Pero qué coste tiene para las mujeres ser madres? Las trabajadoras españolas siguen sufriendo situaciones discriminatorias antes, durante y después del nacimiento de los hijos. Esta discriminación tiene consecuencias en diversos ámbitos: la menor promoción profesional de la mujer; una menor estabilidad y autonomía económica; los prejuicios sexistas de los grupos empresariales en cuanto a su contratación; la reducción de la natalidad; el mantenimiento de roles y el tradicional reparto de tareas en el ámbito familiar, son algunos los más importantes.
Para leer el artículo completo de Sonia Herrera, a través de UnitedExplanations, síguase el enlace:
La penalización de la maternidad en el mercado laboral
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